Este libro escrito por Jim Collins en el 2001, ha sido uno de los libros que he releído más de una vez. La simplicidad de las ideas mostradas por el autor lo hacen una lectura agradable y nutritiva. Seguramente los conceptos expuestos por Jim te ayudarán a ver tu propia empresa pero con una mirada diferente.
En mi opinión uno de los conceptos más importante que Jim nos transmite lo encontramos al comprender que la grandeza no es función de las circunstancias, es en gran medida una cuestión de selección deliberada. Se necesita sobreponerse a la maldición de la capacidad; que seamos buenos en algo no significa que podamos llegar a ser los mejores. Este es uno de los puntos de quiebre como gerentes y como seres humanos, las compañías sobresalientes entienden que hacer lo que hacen bien solo las hace buenas, concentrarse sólo en lo que potencialmente pueden hacer mejor que todos es el único camino a la grandeza.
La clave está en entender en qué se puede ser el mejor del mundo y en que no; no en que se quiere ser el mejor. El autor nos enseña que para esto el secreto es tener en el equipo a los mejores, un equipo lleno de personas competentes; piense esto, si le da una excelente idea a un equipo mediocre, seguramente la van a destruir; si la da una idea mediocre a un equipo excelente seguramente la van a mejorar o desechar y la van a sustituir por otra idea que si funcione.
A lo largo de su trabajo el autor descubrió que todas las compañías tienen cultura, que algunas tienen disciplina, pero que muy pocas tienen cultura disciplinada, y esto pasa por tener, personas disciplinas, pensamiento disciplinado y acción disciplinada.
Las personas disciplinadas, tiene la férrea voluntad de hacer lo necesario para lograr sus metas, no necesitan que nadie los motive, su motivación está muy dentro de cada uno, y es lograr metas superiores a ellos mismos.
Con personas disciplinadas en el equipo, la burocracia se reduce, dado que esta es necesaria para verificar que las personas hagan su trabajo, cuando el equipo está compuesto por personas disciplinadas, la burocracia necesaria y los controles son mínimos. Que hace la burocracia, compensar la falta de disciplina y la incompetencia, problema que desaparece si contamos con personal competente.
El pensamiento disciplinado nos lleva a entender claramente en que podemos ser los mejores y en que no. Esta distinción permite concentrar los esfuerzos en aquellas cosas que marcaran la diferencia y en rechazar las acciones de distracción y pérdida de tiempo y esfuerzo en aquellas actividades en que no podemos ser los mejores.
El pensamiento disciplinado encuentra su foco en el concepto de la fábula del erizo:
en qué podemos ser los mejores
qué mueve el motor económico
qué nos apasiona
La acción disciplinada. La transformación de una empresa buena a excelente no ocurre en un instante; es un proceso acumulativo paso a paso, decisión tras decisión que la llevan a resultados espectaculares. Lo importante es la acumulación de impulso, giro tras giro hasta que la creación se convierta en avances decisivos.
Hay un enorme poder en el hecho de mejorar continuamente y producir resultados, mostrar realizaciones por pequeñas que sean. Las personas idóneas quieren ser parte de un equipo de ganadores, quieren ser parte de algo más grande que ellos. Lo importante aquí es que cuando hagamos nuestra reflexión personal, podamos decir con orgullo que empleamos nuestro tiempo y nuestra vida en actividades dignas y fructíferas.
Sin duda este ha sido uno de los libros que más ha retado mis paradigmas, lo recomiendo ampliamente para aquellos lideres que deseen enfrentarse a si mismos para construir un camino y guiar a sus colaboradores y empresas a un nivel superior.
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